SOLILOQIOS DE UNA BEASTRUZ PERDIDA EN TERRANOVA

lunes, 17 de agosto de 2015

MEDIAS NARANJAS


Decidí después de una larga búsqueda desistir en el intento de encontrar a mi media naranja. Entre otras cosas porque a esas alturas de la jugada no tenía todavía nada claro ni siquiera que yo fuera la otra media parte de la naranja en cuestión. Por aquel entonces me asaltaban preguntas tan inquietantes como qué pasarían si en realidad fuera un melocotón, una piña, una frambuesa o quizás un almendruco. Nunca se sabe ... O si?
Decidí desistir y me entró una tranquilidad pasmosa.Tanta que al cabo de una semana,en casa de un amigo ( del que recuerdo el nombre pero no voy a mencionar), me ocurrió algo sorprendente: en la sala de estar había una mesita cubierta por una tela que fue verla y enamorarme. Pero en serio. No le pude quitar ojo en toda la tarde. Era de un color degradado entre fuxia y rosa palo,con una especie de motivos tribales africanos en gris y flecos a los dos lados.Me dijo que era un pareo que se había comprado en su último viaje por África, pero que no se lo había puesto nunca porque le hacía parecer más gay de lo que era.
Pasé un montón de tiempo obsesionada con esa tela y esos colores que hasta ese momento nunca me habían llamado la atención especialmente.
Tiempo más tarde la olvidé sin darme cuenta.
Unos años después hice un viaje de aventuras por Egipto. Pensé en entrar en un sitio de esos donde hay espectáculos en directo después de la cena. Me daba un poco de corte entrar sola, pero al final me armé de valor y lo hice.Me ofrecieron una mesa cerca del escenario y a modo de bienvenida a los presentes nos agasajaron con una actuación de la primera bailarina del espectáculo.
Cuando la vi aparecer no daba crédito. Era como una Diosa de piel de cobre y ojos profundos. Iba vestida con una tela igual a la que protagonizó mi obsesión años atrás.
Entonces tuve claro que daba igual el tipo de fruta que fuera en realidad. Era ella. Las dos lo supimos.
Cuando los besos y caricias no fueron suficientes, me confesó que además de ser ella, ella también era él.
- No me importa que no seas mi media naranja.- le dije. Ellla se entristeció...
- Porque nunca me han gustado las cosas a medias.-
Y una gran carcajada a dúo inundó la habitación.

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