Justo al alba, dos segundos antes de que mis párpados
consigan salir del letargo nocturno, me parece escuchar el aleteo de los tuyos al
mirarme dormir, y por un instante hasta siento tu aliento tibio detrás
de mi cuello.
Por fin en medio de esa sensación placentera entre el
sueño y la realidad, abro los ojos. Me doy cuenta fugazmente de que no
estás, pero disimulo. Los niños, los grandes,la lectura y
cómo no la música son los aliados perfectos para mi fingida y voluntaria ignorancia.
Poco a poco pasa el día y a medida que el ruido va siendo sustituido
paulatinamente por el silencio, un eco sordo y doloroso invade el centro
de mi estómago sin invitación previa. Sin ni siquiera llamar a la
puerta.
Entonces , cuando llega la noche, empiezo a llover.
La tormenta de tu ausencia definitiva clava sus rayos en mi ya maltrecho corazón y no puedo dejar de llover.
Hasta que, vencida, quedo flotando en el mar de mis lágrimas, y mecida por sus
olas vuelvo a escuchar el eco de tus párpados mirándome al dormir. Y tu
aliento templado detrás de mi cuello...
Bonito y triste... Un beso.
ResponderEliminarGracias hermana. C' est la vie ...
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