Dentro de mí habita un mar. Con sus mareas su luna y su sol. A veces
las aguas turbulentas me zarandean el alma de tal forma , que hasta el
roce de la espuma se convierte en caricia áspera como la de la lengua de
un gato.
Pero casi siempre después de la borrasca llega la calma , a la vez que el sol decide iluminarme con su cálida sonrisa ancha.
Entonces llegan veloces los delfines a jugar conmigo. Me arrastran mientras me agarro fuertemente a sus aletas y a continuación me sueltan después de un derrape a cámara lenta.
Se ríen.Me gusta nadar con ellos y su sonrisa eterna.
De vez en cuando sus aguas se tornan negras y opacas. Aunque en su
interior sigue habiendo vida, no puede distinguirse en él nada que no
esté flotando inerte en la superficie.
Se me cayó una lágrima espesa y negra en la marea baja, y después se extendió rápidamente.
Por eso he decidido ir a la escuela de sirenas. Porque me han dicho que tienen el poder de transformar las penas en pompas.
Y estoy deseando empezar ya. Me encantan las pompas .
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