Cuando mis adentros
deciden ver la luz,
en mis afueras
se levantan muros.
Mis retinas cristalizadas
sólo alcanzan a distinguir
Infinitas y poliédricas formas.
Colores, calores, espantos.
Melodías bañadas
en lágrimas de sal .
Alambradas de metal
y de cristal.
Puentes plagados de espinas.
Clamores que rebotan
en oídos ensombrecidos...
Por la avaricia,
por la desazón,
por la desidia.
Qué poca justicia.
Qué poca alegría.
Qué poca música.
¿Y dónde queda el corazón?
Seguramente al fondo
a la izquierda.
Metiéndose los dedos
hasta vomitar
versos tejidos en sangre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario