Hay dos preguntas a las cuales siempre me cuesta responder. Una es la edad que tengo, y otra cuando me preguntan o tengo que rellenar la casilla de cualquier cuestionario oficial, donde pone profesión.
El primer tema no es cuestión de coquetería, ni de que haga tanto que nací que no recuerde el año.
Es cuestión de que el tiempo se mide en experiencias, y en la enseñanza que sacamos de cada una de ellas. Por lo tanto, este que nos venden no es el real. Siento deciros.
Así que creo que tengo la edad perfecta para cantar con la guitarra "gracias a la vida" imitando a Mercedes Sosa, y ponerme a experimentar jugando con todo lo aprendido. Soy niña, soy anciana, soy madre, hija, hermana, amiga, prima, sobrina, imaginadora, amadora o amante, según se tercien las reglas del tramo de la vida que toque.
Serena y loca.
Complaciente y rebelde.
Dura como el granito y moldeable como la arcilla.
Amorosa o fría.
Acogedora o ermitaña.
Adaptable y versátil.
Esta es mi edad ideal, la que me da la potestad de hacer lo que me da la gana, pero esta vez con la ventaja que dan la consciencia, la experiencia y cierto mínimo equilibrio.
Respecto al tema de la profesión (actividad habitual de una persona, generalmente para la que se ha preparado, que, al ejercerla, tiene derecho a recibir una remuneración o salario), no podría decir entonces que soy madre, ni ama de casa.
Lo primero porque no estaba preparada para ejercerla, aunque parecía que sí porque todas parecían estarlo, y la segunda porque en realidad el amo de mi casa es el banco, bueno, la tenemos a medias, pero el que cobra puntualmente cada mes, pase lo que pase, suele ser él. Así que tampoco es que me inspire mucho esmerarme demasiado en ella.
Podría poner de profesión, dictadora, que es lo que intento ejercer en el reino de mi castillo sin mucho éxito... Pero entonces no podría poner que soy encuadernadora, butanera, escribiente, payasa, soñadora, maga, vigilante, ayudante de cocina, sirena, equilibrista, camarera de barra y comedor, ex impartidora de cursos imposibles e inventora profesional de excusas para seguir viviendo, y alguna cosa más que espero me ocurra o se me ocurra, depende si le toca tirar los dados a la vida, o a mí.
Así que a partir de ahora, cuando me pregunten la edad, diré que tengo los años justos.
Y respecto a la profesión... Creo que decir que tengo un grado superior de profesadora en la rama de productos etéreos, será lo más adecuado. A ver qué cara ponen.
Que lo de payasa, curiosamente, parece que no les hace mucha gracia.
Debe ser por eso que últimamente está tan extendido el sentido del tumor.
El primer tema no es cuestión de coquetería, ni de que haga tanto que nací que no recuerde el año.
Es cuestión de que el tiempo se mide en experiencias, y en la enseñanza que sacamos de cada una de ellas. Por lo tanto, este que nos venden no es el real. Siento deciros.
Así que creo que tengo la edad perfecta para cantar con la guitarra "gracias a la vida" imitando a Mercedes Sosa, y ponerme a experimentar jugando con todo lo aprendido. Soy niña, soy anciana, soy madre, hija, hermana, amiga, prima, sobrina, imaginadora, amadora o amante, según se tercien las reglas del tramo de la vida que toque.
Serena y loca.
Complaciente y rebelde.
Dura como el granito y moldeable como la arcilla.
Amorosa o fría.
Acogedora o ermitaña.
Adaptable y versátil.
Esta es mi edad ideal, la que me da la potestad de hacer lo que me da la gana, pero esta vez con la ventaja que dan la consciencia, la experiencia y cierto mínimo equilibrio.
Respecto al tema de la profesión (actividad habitual de una persona, generalmente para la que se ha preparado, que, al ejercerla, tiene derecho a recibir una remuneración o salario), no podría decir entonces que soy madre, ni ama de casa.
Lo primero porque no estaba preparada para ejercerla, aunque parecía que sí porque todas parecían estarlo, y la segunda porque en realidad el amo de mi casa es el banco, bueno, la tenemos a medias, pero el que cobra puntualmente cada mes, pase lo que pase, suele ser él. Así que tampoco es que me inspire mucho esmerarme demasiado en ella.
Podría poner de profesión, dictadora, que es lo que intento ejercer en el reino de mi castillo sin mucho éxito... Pero entonces no podría poner que soy encuadernadora, butanera, escribiente, payasa, soñadora, maga, vigilante, ayudante de cocina, sirena, equilibrista, camarera de barra y comedor, ex impartidora de cursos imposibles e inventora profesional de excusas para seguir viviendo, y alguna cosa más que espero me ocurra o se me ocurra, depende si le toca tirar los dados a la vida, o a mí.
Así que a partir de ahora, cuando me pregunten la edad, diré que tengo los años justos.
Y respecto a la profesión... Creo que decir que tengo un grado superior de profesadora en la rama de productos etéreos, será lo más adecuado. A ver qué cara ponen.
Que lo de payasa, curiosamente, parece que no les hace mucha gracia.
Debe ser por eso que últimamente está tan extendido el sentido del tumor.
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