Os juro que iba totalmente dispuesta a salvar al príncipe que, encerrado en lo alto de la torre más alta del castillo, me hacía señas con los brazos y lanzaba por el ventanuco enrejado su larga melena (tejida con primor) en forma de escala para que trepara por ella y lo salvara rauda y veloz como galga en celo.
Pero ... ¡ plas, flop flop ! ... Se me aparca delante el dragón y sin mediar palabra me hago pis encima. Esa impresión no fue nada comparada con la llamarada que me lanzó sin más ni más. De una sopladica sin importancia a manera de advertencia, me chamuscó enterico el bigote, las cejas, las pestañas, las entrepiernas, las axilas y demás vellosidades que no me atrevo ni a mencionar . Lo demás ileso.
Estaba entre helada y chocarrada . Una cosa rara . Y me dio por pensar : ¿ no quieren igualdad ? ... pues que se salve él solico que yo me piro, vampiro.
Y me fui no sin antes convenir con el dragón un negocio de depilación integral que hoy en día va viento en popa.
El otro día nos acordamos por casualidad del príncipe y fuimos a sacarlo porque nos dio nosequé. Pero no había nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario