Este es un regalo para mi hermamiga Marife, con todo mi amor, pero sin...
MARIPOSAS
MARIPOSAS
Dicen que cuando alguien se enamora siente mariposas en el estómago.
Yo le suelo llamar idiotez mental transitoria.
Pero vale: puesto que la mayoría lo entiende así, ahora surge en alguna de las zonas errantes de mi cerebro, la siguiente cuestión:
¿Es que nadie se ha dado cuenta de que las mariposas encerradas en un estómago no pueden respirar y por eso mueven las alas desesperadamente?
No es enamoramiento!!
Es un exterminio de lepidópteros en toda regla.
Por eso cuando mueren y dejan de aletear su brisa mágica, todo se convierte de pronto en una rutina desoladora.
Por no hablar del tufillo que emanan sus cuerpos en descomposición, aunque sean imaginarios...
Así que cuando las veo venir, ya no las dejo entrar. Ni por los lacrimales, ni por la boca.
Prefiero mirar cómo vuelan libres por el campo...
Incluso ellas mismas se sorprenden.
Alguno de sus ancestros debió enseñarles el camino equivocado...Por cosas de la edad, o alguna antigua tradición lepidoptérica... O seguramente por culpa de algún pobre hambriento de magia, que decidió ponerles cebo en su estómago en vez de aprender a generarla, y al que luego todos copiaron.
Porque se dieron cuenta de que ese era el mejor alimento.
Vaya " usté" a saber...
Al final, ellas felices y yo también.
Qué manía con gozar encerrando animalicos.
No tenemos arreglo...
Al menos no inmediato.
Por cierto, la última vez que me tragué algunas sin querer, las avisé rápidamente y salieron volando hacia la libertad entre mi pelo, después de recorrer mis neuronas de cabo a rabo.
Fue una sensación preciosa.
Yo le suelo llamar idiotez mental transitoria.
Pero vale: puesto que la mayoría lo entiende así, ahora surge en alguna de las zonas errantes de mi cerebro, la siguiente cuestión:
¿Es que nadie se ha dado cuenta de que las mariposas encerradas en un estómago no pueden respirar y por eso mueven las alas desesperadamente?
No es enamoramiento!!
Es un exterminio de lepidópteros en toda regla.
Por eso cuando mueren y dejan de aletear su brisa mágica, todo se convierte de pronto en una rutina desoladora.
Por no hablar del tufillo que emanan sus cuerpos en descomposición, aunque sean imaginarios...
Así que cuando las veo venir, ya no las dejo entrar. Ni por los lacrimales, ni por la boca.
Prefiero mirar cómo vuelan libres por el campo...
Incluso ellas mismas se sorprenden.
Alguno de sus ancestros debió enseñarles el camino equivocado...Por cosas de la edad, o alguna antigua tradición lepidoptérica... O seguramente por culpa de algún pobre hambriento de magia, que decidió ponerles cebo en su estómago en vez de aprender a generarla, y al que luego todos copiaron.
Porque se dieron cuenta de que ese era el mejor alimento.
Vaya " usté" a saber...
Al final, ellas felices y yo también.
Qué manía con gozar encerrando animalicos.
No tenemos arreglo...
Al menos no inmediato.
Por cierto, la última vez que me tragué algunas sin querer, las avisé rápidamente y salieron volando hacia la libertad entre mi pelo, después de recorrer mis neuronas de cabo a rabo.
Fue una sensación preciosa.
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