Su compañera de baile era de plástico brillante, hiperduro, con punta de lanza de acero y cavidad secreta para esconder la cuerda de nailon fosforescente, coronada por una argolla de metal para introducir por ella el dedo y lanzar más precisamente.
Se la quedó observando de arriba a abajo, y después de treinta segundos de mirada fija y penetrante, le dijo sin ir mas lejos:
- Mira tía, no sé cuál es tu problema. Pero yo también me he rayado ligeramente el contorno y aquí estoy. Como una jabata. Lo mejor que puedes hacer es no darte más vueltas.-
Cogió, y sin esperar respuesta se fue rodando hasta que se perdió de vista en el horizonte.
La de madera se quedó como en shock, y de repente le dio por irse andando en vez de dando vueltas, y meterse de un salto en el primer cajón que encontró abierto que fue el del frigorífico del verdulero.
Y no voy a seguir más porque el resto de la historia es triste ( con denuncias y todo de por medio). Muy muy triste...
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