Con el corazón encogido,
vuelvo sobre mis pasos
hasta alcanzar nuevamente
el punto de partida.
La gente es diferente, el paisaje,
incluso yo no soy la misma.
Y sin embargo
esa sensación repetitiva de estar
siempre muriendo y resucitando,
para amanecer en un abismo distinto.
Pero abismo al fin y al cabo.
Mis alas siguen chirriando, oxidadas,
arrugadas, sin el bálsamo necesario
para poder extenderlas y volar alto.
Las echo de menos.
Un sábado, y otro y otro.
Da igual el día,
Hay días en que todo da igual.
Fabricaré yo misma el mejunje.
Elixir de amor incondicional, polvo de estrella
y unas gotas de lluvia alegre.
Lo extenderé por cada rincón de mis plumas,
y confiaré en que la tierra, el sol, el viento y el agua,
hagan diligentemente su labor.
Y las letras, y la guitarra.
Porque sin ellos, no puedo ser. Imposible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario