Imágenes de guerra, asedio y desesperación, retumban en mi mente y mis entrañas.
Da igual el país, da igual el pretexto.
De pronto un día los macro poderes deciden una guerra sin sentido en la que cualquier día nos podemos ver metidos nosotros o cualquiera en cualquier otro sitio.
Sembrar muerte para recoger odio, para seguir continuando la guerra, desde los principios hasta nuestros días.
...Impotencia...¿Qué pasa?
Que paraliza. Igual que el miedo...
Unos mueren impotentes y otros observan con impotencia cómo mueren unos, otros, miles en muchas partes.
Y así campan a sus anchas, jugando a su parchís macroeconómico, utilizando nuestra inmovilidad de fichas inertes, para crear paisajes de horror, muerte y desolación.
Hay que reaccionar, y la única forma de acabar con el odio, es sembrar amor. Puede sonar hortera, o beato, o hippy o ... Me da igual.
En casa, en la calle, en la naturaleza... Por todas las esquinas.
Cuanto más lleno esté todo de amor, menos cobertura tendrá el odio.
Quizás no podamos acabar con las guerras lejanas. Pero sí evitar esas pequeñas guerras personales que nos mantienen despistados del verdadero camino.
La humanidad somos todos, y todos tenemos la capacidad de generar amor. Cada vida es tan importante como la propia.
Y todos formamos parte de un todo.
Es responsabilidad de cada ser, sembrar amor para recoger paz.
Porque si de algo estoy segura, es de que a cada persona de este mundo le gustaría vivir en paz.
Hay que ponerse manos a la obra.
Hay que dejar de lamentarse.
Va siendo hora de despertar.
Este blog es el principio de algo que empieza como continuación de una inquietud que tengo desde cría... Básicamente lo utilizo como terapia ocupacional, para no dejar que a mis neuronas les de por flotar a favor de la corriente y se me escapen definitivamente... Humor con amor o viceversa. No se me ocurre combinación mejor para retenerlas.
viernes, 16 de diciembre de 2016
GUERRAS Y PACES
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