Cuando asumo mi metro ochenta
resulta que empiezo a menguar.
Cuando asumo mi gran nariz, imitando a Quevedo ( Erase una mujer a una
nariz pegada), resulta que me entero de que esta sigue creciendo hasta
el infinito y más allá.
Cuando por
fin logro aceptar a mis ojeras( que lo mío me han costado), me sale ahí
justo una venilla hinchada y reivindicadora imposible de disimular sin
aplicar algo de crema antihemorroideal
constreñidora.
Entonces
me pongo a hacer muecas a todas horas porque dicen que así se evitan las
arrugas, y ahora tengo la cara de puta madre pero me llaman" la loca
del quinto".
También me dijeron que los niños se crían mejor en manada, pero no especificaron que eso era en el monte.
Y para colmo el refrán ese que dice " dime de qué presumes y te diré de
qué careces" en mi caso particular no tiene ningún sentido. Incluso
aunque presuma que calzo el 42.
Exactamente cinco menos de los años que voy a cumplir.
Sin embargo nadie me comentó que con la menopausia aumentan la barba y
el bigote. Sólo me habían dicho lo de los sofocones que te dejan en
cuestión de dos minutos como recién salida de la piscina.
Así que le próxime que me comente algo sobre el devenir del tiempo, se va a comer una ostia de las que hacen mención .
Y eso que soy pacifista.
Es lo que tiene cuando a una se le hinchan unas narices de este tamaño.
Eso sí. El pelo ( que me queda) lo tengo precioso, aunque nunca pensé
que la calvicie se pudiera dar en algún sitio que no fuera la cabeza.
Sorpresas que da la vida...
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