Quisiera que me prestaras un rato a tu sensibilidad para enseñarle lo bien que se ve desde el balcón florido de mis sentires.
Después te la devuelvo más sana y más salva si cabe.
Si quieres la puedes traer en persona. Mis ojos se alegrarán también de verte.
Os espero al ocaso en la puerta de los jardines del alma.
Seguramente llevaré puesto un deseo disfrazado de sonrisa y una esperanza convertida en flor.
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