Esclavos del poder,
del dinero
Esclavos de la droga y el sexo
Esclavos de las fábricas a tres turnos
Esclavos del sistema,
del corazón.
Del odio y el resentimiento.
Esclavos de la apariencia,
de las redes.
De la necesidad de consumir.
Del querer, de que nos quieran.
Soledades compartidas
entre adelantos
que retrasan.
No se puede vivir
con tantas
cadenas
que impiden avanzar.
Esclavos de lo que creemos que somos.
Confundidos entre una masa uniforme
que considera la particularidad
como algo sorprendente
cuando debería ser
lo más natural
del mundo.
Controlar a adictos
y esclavos
es fácil.
Y eso
es
lo que aspiran
a conseguir
los del traje de mandar.
Sí.
Y creo que ...
como no empecemos
a descubrir,
quiénes somos
en realidad,
tienen todos los boletos
para ganar
la rifa.
No importa
el color
ni el estampado
de la corbata
que lleven
o no lleven.
No hay comentarios:
Publicar un comentario