Escucho silencios
rellenos de palabras vacías.
Otros, poblados de otras
que no se dicen
pero que de alguna manera
están.
Calmas tensas invadidas
por sentimientos
que acampan sin ver la luz
en callejones cuya salida está
mimetizada con la pared,
con la casa...
Con el transcurrir del tiempo.
Temores vestidos de chulería
pasean del brazo
con su ignorancia vestida de gala,
como pavos reales descoloridos
por el humo
que nubla la vista interior.
Rebaños en estampida
corriendo a la voz de
sálvese quien pueda.
Oídos cerrados y bocas abiertas.
Oídos abiertos y bocas calladas;
abducidas por la corriente
que gira loca
en su carrera frenética
hacia el desagüe.
Y la sinrazón
campando a sus anchas.
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