Una piedra en el camino me enseñó que mi destino era gozar y gozar. Y un
rayo de sol que me dio tu amor me hizo pensar que buscando en el baúl
de los recuerdos llegó el final del verano y tú partiste sin más. Aunque
nos conociéramos en una noche tibia de plenilunio.
Y si Rufino me lleva a jugar al casino, volveré con la frente marchita sin dar gracias a la vida ni nada.
Es lo que suele pasar en summertime.
Total, como ya están aquí los rumberos, me lo paso todo por el
sarandonga y como no hay que llorar porque la vida es un carnaval me
subo al tractor amarillo y dejo que litros de alcohol corran por mis
venas mientras espero que me digas quién te escribía versos por
primavera, es decir: cada nueve de noviembre. Mujer!
No hay comentarios:
Publicar un comentario