Nunca he tenido la costumbre de comer legumbres ni casi nada
que venga en bote. Y hoy buscando en el armario el caldo de pollo en
tetra brik me he encontrado dos ejemplares de frasco de alubias blancas
ocupando un cacho de armario que ni idea tengo de dónde han salido.
Mi primera experiencia con el secuestrante hubo lugar hace unos meses, mientras degustaba una mousse de yogur natural.
Al mirar la lista de ingredientes, leí atónita que entre ellos había uno que era el secuestrante.
Esperé un rato para ver si notaba algún efecto extraño en mi cuerpo,
como no reconocer dónde estaba, o sentirme fuera de lugar, ... pero no.
En lugar de eso me entró el síndrome de " estoeselcolmo", y terminé
comiéndome todas las que quedaban en la nevera, argumentando que,, de
perdidos, al frío.
Ahora cada vez que las veo en el súper me dan repelús.
Pues si no tenía bastante con la historia de las mousses, que es un
postre poco habitual para gente de justos recursos que no pasamos del
yogur natural azucarado, ahora me encuentro que las alubias también
pretenden secuestrarme físicamente, pero de forma interna... Sin que me
de cuenta... Como quien no quiere la cosa...
Es maquiavélico.
Vale que nos secuestren el pensamiento o la libertad.
Vale que nos secuestren el tiempo, incluso el espacio o las dimensiones...
Pero secuestrar el estómago de una y encima sin pedir rescate para que
te parezca que no lo han hecho y que estás plenamente loca ...
Eso no tiene perdón. Que si somos lo que comemos, ... ¿En qué nos vamos a convertir?
Sólo de pensarlo se me ponen los pelos de punta.
Bueno, voy a ver qué lleva el champú.
O mejor no.
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