Hablábamos el otro día en agradable conversación sobre cómo ha cambiado
la forma de alimentarnos de un tiempo atrás a esta parte.
Empezando por el pan, la leche y los huevos. Alimentos básicos.
Cuando era pequeña y me mandaban a por el pan, la orden era clara y concisa:
Cinco de pan y cuatro de leche. Ni siquiera tenías que decir barra o bolsa.
Todos los panes eran iguales y los panaderos sólo tenían que calcular la cantidad.
Ahora no puedes dejar de decir barra, porque hay otros como los
cabezones, de semillas txalapartas, txapatas, sin sal, integral, romanos
y romanitos que nada tienen que ver con ellas.
Y luego, en esa modalidad, tenemos la baguette, la campesina, la barra galleta y algunas más que todavía no he aprendido.
Entonces el panadero que tenia un plan de trabajo dentro de lo normal,
de repente tiene que hacer treinta y siete variedades de pan en el mismo
tiempo que antes hacía una, y además tiene que calcular las
correspondientes cantidades de cada cual para no pillarse los dedos.
Ahí es cuando la cosa empieza a no cuadrar. Porque el tío está estresao
perdido, decide reducir el tiempo de fermentación natural de la masa
madre y todos sabemos que a la madre ni mentarla. Mucho menos reducirla.
Que resulta que te estás comiendo una barra campesina, que de campesina
tiene lo que yo de monja. Pero como parece de pueblo y no voy nunca,
pues la compro y creo que de alguna recóndita forma me estoy poniendo en
armonía con mis ancestros.
Juegan con nuestro subconsciente muy conscientemente y eso no parece nada directamente proporcional.
La leche? Ja!: entera, semi, desnatada, sin lactosa, con calcio,
materia grasa %, de soja sola o con sabores... En tetra brik en botella,
en bolsa o en polvo. De litro, litro y medio o dos.
A veces me parece que quieren tocarnos los huevos hasta a las que no tenemos...
De codorniz, de avestruz , de gallina "feliz", x, l y xl, de corral, de maíz...
Tú imagínate a la susodicha ahí, con el calendario en la puerta del
ponedero medio loca pensando qué le toca poner hoy.Ah, si! Qué cabeza!
Hoy me toca de corral que han sacado la jaula al patio...
Las
mitades acaban dejando la categoría de ponedoras para pasar felizmente a
la de tortilleras, sin gallo que valga. Y no me extraña. Si tuviera que
estar poniendo yo varios hijos al dia, fijo que me muero.
Y ya, si nos vamos a la fruta o la verdura ni te cuento.
Antes, pensabas cosas tan simples como: qué ganas tengo de que llegue
el verano para comérmelo. No. Para comer melón. Y te hacia la boca
agüillas sólo de pensarlo.
Y luego por fin llegaba el verano y te
comías la primera tajada como si fuera maná directamente caído del cielo
aunque pudiera estar soso o no.
¿Ahora? Ahora tienes melón todo el
año. De piel de sapo, de la otra verdes y alargados o redondos y
amarillos. Y no sólo eso, que como ahora está la globalización de moda,
pues en vez de elegir entre las frutas de todos los tiempos la que te
apetece, también tienes un amplio abanico de cocos, maracuyás, papayas y
aguacates para que te vuelvas un poco más loca, porque no tienes ni
puta idea de si están maduros o no. Además supercaros.
Total, que los que los conocen no pueden comprarlos, y los que pueden no los conocen.
Mira, no voy a seguir porque me estoy estresando un poco, aunque también tendría algo que decir sobre el palmito.
Pero bueno, en resumen, que como tenemos de todo todo el tiempo y casi
todo sabe a conservante, colorante, secuestrante y sobre todo a hierba,
se nos ha olvidado el gusto por disfrutar el cambio de las estaciones y
por deleitarnos con lo que produce la tierra de cada uno.
Que la naturaleza es sabia, y por algo somos de donde somos y no de otro sitio.
Que si todos bebemos soja de repente, se altera el ecosistema.
Y que si compramos pimientos del piquillo hechos en Perú mucho más
baratos que los que se producen en su sitio de origen( o sea, aquí), lo
único que estamos promoviendo es la ruina de todos los trabajadores y
productos autóctonos.
Que es mejor darse un capricho de vez en cuando y disfrutarlo, que ser un caprichoso incapaz de disfrutar de nada.
Si. Eso me parece.
Que la convierten a una en dictadora ecológica a la que se da la vuelta.
Y no.
Sólo porque me encantan las gambas argentinas que puedo comer una vez a
la semana, y no sólo en Navidad. Así que prometo contenerme.
A cómo estarán las angulas este año?
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