Sentada sobre la arena frente al mar escuchaba el ir y venir de las
olas bajo la luna llena. El ritmo pausado y monótono del vaivén del agua
y esa luz embriagadora me mantenían en una especie de ensoñación
paralela donde el tiempo, el espacio y yo eramos un sólo sentir. Hasta
me pareció escucharte respirar a mi lado. Quise que el uiverso al
completo se quedara allí, recogido en ese instante perpetuo . Cerré los
ojos y respiré profundo. Cuando los abrí el sol empezaba a hacerse notar
tímidamente entre nubes hechas como a pincel. Yo ya no era la misma. Y
me gustó esa sensación. Luego me dio por pensar por qué nos cuesta tanto
cambiar.