SOLILOQIOS DE UNA BEASTRUZ PERDIDA EN TERRANOVA

jueves, 30 de agosto de 2018

RAYOS Y ACENTOS


Huele a lluvia y a hierba mojada.
En el cielo relámpagos sin trueno amenizan con su parloteo mudo a las estrellas, que miran expectantes desde más arriba, casi desde la eternidad sin techo.
De fondo voces que no entiendo y el sonido de una sirena que se va diluyendo en el aire a medida que se aleja.
Cierro los ojos, imagino que voy andando descalza y siento cómo la lluvia cala mi cara, el pelo, la ropa que poco a poco se va adhiriendo al cuerpo como si fuera una segunda piel erizada.
No hay rumbo previsto, sólo caminar y dejar que el ambiente impregnado del aroma del agua que purifica entre por la nariz, haga su recorrido y salga suavemente por la boca en forma de sordo suspiro  o de pequeño torrente o de calma o de alma.
El cuerpo que tanto pesaba, ahora se siente ligero.
Los pájaros están mudos en sus jaulas y hace mucho que no veo mariquitas. (Eran rojas con punticos negros y volaban. Todavía las recuerdo.)
Las luces se apagaron, ya no sorprenden y la lluvia pasó a mejor vida, como la magia de este instante que pronto será sólo esencia.
Las estrellas ya no se ven tampoco.
Abro los ojos de nuevo.
Respiro varias veces sin pensar y después pienso:  no puede ser que todo cambie contínuamente y yo todo el rato siga igual.
Mente - contínua...
Me temo que estoy al revés sólo por no poner el acento en la "ú" .



lunes, 27 de agosto de 2018

LA REVOLUCIÓN DE LAS CIGARRAS



En nocturna alevosía y en plena revolución de las cigarras, me declaro en huelga de amor caído, tocado y hundido.
No a las ensoñaciones y sí a los sueños, al menos uno más, aunque sea para terminar de cumplirle a la vida.
En nocturna semiinconsciencia, me declaro partícipe y única responsable de mi felicidad y de la misma forma me desapego de la culpa de los demás, porque no creo en ella.
Escucho cantos de sirenas, de brujas, de hadas, de hermanas, de hijas, de madres. 
De hombres que se pierden y no se encuentran o se encuentran mal.
¿ Qué enfermedad es esta que no se ve, ni se toca, que casi ni se respira y que todos sentimos donde habita lo que no reconocemos?
¿Será que éso mismo que sana, puede matar por pasar sin ser visto ni sentido?
En nocturna alevosía y en plena revolución de las cigarras me declaro envolvente, insolente, indolente y delicada como un cardo.
Y como digna caballera andante, cabalgo hasta el siguiente cuadrante y ya veremos dónde el azar (que ya viene marcado), decide detenerme esta vez.
De cualquier forma, me gusta la noche, nada raro, ya lo sé.




viernes, 24 de agosto de 2018

EL CUENTO DEL RECUENTO

EL CUENTO DEL RECUENTO

En los últimos cuatro años he vivido ( voy a empezar por lo malo y así acabo mejor):
Dos grandes pérdidas personales, cuatro neumotórax en carne ajena pero como si fuera propia, una operación que no era a vida o muerte pero que en mi cerebro tenía toda la pinta y por mi parte aporto un pequeño carcinoma, un esguince de tobillo, varios derrapes mentales con consecuencias indeseadas, algunos conflictos generacionales serios, un par de análisis de sangre, tres dolores en la caverna del ojo izquierdo y algunas pastillicas de droga legal para ir tirando, que la cosa no es moco de pavo. Entre tanto pasan a mejor vida tres o cuatro amigos más, no sé exactamente. Otros que no pasan a mejor vida, pero pasan igualmente.
Creo que a estas alturas y afortunadamente me he vuelto insensible a este respecto.
Podéis moriros cuando queráis o cuando la de la guadaña se encapriche. Eso ya al susto. Digo al gusto.
Eso sí por favor: " en manada de a uno y sin apilarse", que tampoco es que esté p'a tirar cohetes. Pero no pienso afectarme aunque os quiera con toda el alma. Es más, me alegraré ( de que estéis disfrutando del este del edén o del oeste  del invierno eterno, que viene a ser lo mismo).
Ah, se me olvidaba mi paralís de media cara...
Como Jeanette, soy casi insensible porque el mundo me ha hecho así, porque nadie... en fin, ahora viene la gran pregunta: ¿voy a dejar que todos o cualquiera de estos acontecimientos naturales que a cualquiera  pueden suceder indistintamente en el transcurrir de esta efímera y fugaz a la par que trascendental existencia hagan mella en mi sentido del tumor? digo ¿del humor?
No, para nada. Bueno un poco sí, a qué engañarnos. 
Es más, con todo esto casi se me olvida:
- Que tengo una familia grande, variada y guay, algún amigo y unas cuántas amigas que tienen a bien soportarme incluso cuando no me aguanto ni yo y además un montón de amorosos y amorosas que leen mis pedradas y me animan siempre a seguir adelante.
- Que por fín la menstruación y yo nos hemos separado por incompatibilidad total de caracteres, así que ya puedo dejarme crecer definitivamente la barba y el bigote, cosa que me dará puntos para trabajar en cualquier circo que se precie o en su defecto en la benemérita, que me da que en el tricornio me iba a sentar de maravilla tal como me encuentro actualmente ( ver utilidades y ductilidad del tricornio).
¡Ah! y también he descubierto exactamente dónde está el nervio cerebral que activa al nervio ocular que a su vez activa el subnervio que reactiva el párpado derecho del ojo del mismo lado, que no lo encontraba porque estaba en dirección contraria. No sé si él o yo. Pero sí; con la sección derecha de los labios (de la cara) igual.
Así que ya estoy como antes no, mejor, porque ahora además CONTROLO, lo que me ha abierto el camino que necesitaba para aventurarme en un proyecto de autodeconstrucción mental integral que me hace superilusión.
Así que entre pitos y flautas y haciendo balance me quedo que ni chicha, ni limoná.
Supuestamente equilibrada, sí, pero vaya que no me noto nada,
aunque en el fondo creo que estoy contenta. Porque se me han quedao vivos muchos más de los que se han muerto y porque dicen que lo que no mata, te hace más fuerte.
Lástima que sea pacifiesta que si no...
A ver qué hago ahora con esta erupción de fuerza ingente, que ya me están dando impulsos raros y esta parte no venía en la letra pequeña del refrán...
Bueno. De momento, he vuelto.
Así que gracias a todes por la parte que os toca.
Vuelvo a la carga.
¡Aiaiaaaaaaiaiaaaaaa!
( grito a lo Tarzana de las monas y las no tan monas, que tampoco es cuestión de...)


domingo, 19 de agosto de 2018

SER AMABLE

SER AMABLE 

Todos nacemos amables ( susceptibles de ser amados) y por tanto, con la misma capacidad de amar a los demás.
Por eso somos seres sociales. Porque necesitamos tanto dar, como recibir el amor del grupo.
Pero estamos demasiado ocupados, la vida nos lleva por diferentes caminos, matrimonios, casa coche hijos trabajo, nietos...
En toda esa vorágine es imposible que el grupo y la seguridad que produce su apoyo se mantenga, así que nos quedamos solos.
Con nuestros problemas, nuestra, familia, nuestra casa y ya depende del nivel social y mental, se pasa al mi.
Mi casa, mi tele, mi móvil, mi novio, mi mujer, mi vida, al fin y al cabo.
Y mejor que nadie se meta en ella...
Soledad. ¿ Y mejor que nadie se meta en ella?
¿ Y qué hacemos con todo el amor que estamos preparados para dar y recibir?
¿ Dónde se queda?
Buscamos desesperadamente una persona, un amor concreto, un ser sublime con el que compartirlo.
Que no digo que esté mal, ojo, cada uno y sus cadaunadas.
Pero por eso pasa lo que pasa: que todos los problemas surgen cuando uno sale tarado y en vez de querer a los demás sólo se quiere a si mismo o que a una le da por multiplicar su amor y allí empiezan a confundirse los sentimientos con cuernos que pinchan y se acabó.
Pura represión. Si yo puedo colaborar en la felicidad de varias personas, por qué eso tiene que llamarse ruptura, divorcio, odio, desamor, casco ligero o puterío?
Nonono. 
Estamos muy equivocados. 
Lo natural es NO encontrar una pareja que te dure toda la vida. Aunque se dan casos, como también de homosexualidad o transexualidad en el resto de los animales, lo natural es que en cada celo se tenga una pareja diferente. En el caso humano podríamos sustituir celo por paso evolutivo.
Lo natural es que cada uno evolucione a su ritmo y que haya un momento en que las evoluciones pidan caminar por separado sin que eso tenga que ser un trauma para nadie.
Lo natural sería que centrásemos nuestra energía en todas las emociones diferentes que podemos sentir y no sólo en una o dos.
Lo natural sería que cuidásemos nuestra piel con tacto, siempre. 
Y hacer el amor siempre que se tenga ganas con quien sea no es nada malo, es lo que todos debiéramos hacer más y mejor. Y no me refiero únicamente al sexo. Hay otras muchas facetas de la vida que puede abarcar el amor. Todas exactamente.
La piel es el órgano más grande que tenemos, por algo será. 
No sólo cuando practicamos sexo o amor físico o cuando vamos al fisioterapeuta.
Lo natural sería que NO pensemos que una sola persona puede cubrir todos los aspectos de nuestra felicidad.
El amor no trata de otra cosa que de hacer feliz a cualquier ser vivo y respetar el entorno y la vida de los demás tanto como la propia. Empezando por hacerse feliz a una misma.
Y para eso hay que conocerse bien. A uno mismo y a los demás.
O así lo entiendo yo.
Lo demás son vacíos compartidos que nunca llegan a ser satisfechos por el otro.
La única forma que creo que hay de dejar de sentirlos es darnos cuenta de que se pueden llenar con sensaciones muy diferentes que nada tienen que ver con el amor falso ese de pareja gominola, chupa chús, chupi guay que nos bombardean hasta la saciedad y hasta la suciedad ( mental).
Un abrazo. Un te quiero, una caricia, varias, muchas, una sonrisa, hacen mejor efecto que la medicina más efectiva.
La piel, la piel.
Entre tanto, mientras nos perdemos en esa búsqueda infinita y a menudo infructuosa o perecedera del amor "sublime" ese del que hablaba antes, los del traje de mandar campan a sus anchas poniendo de aquí y quitando de allá a su antojo delante de nuestras propias narices.
Y no hacemos nada. Porque la soledad produce impotencia y la impotencia paraliza y ellos lo saben. 
Siempre lo han sabido.
Se perdió el grupo, se perdió la fuerza.
Se le cortaron las alas al amor, se le enjauló, se le insultó, se mató en su nombre...
Se acabo el amor.
Y así no se puede.
Hay que abrir las alas y volar. 
Y hay que empezar a hacer lo que vinimos a hacer: amar y ser amados.
Todos, para  todos, entre todos.
No queda otra.
Que la pantalla esta no sirva para disfrazar la soledad, sino para aprender valores.
Que haberlos hailos, como meigas en Galicia.
¿ Volamos ya o qué?
Pensemos en quiénes, en qué tipo de mentalidad son siempre un grupo compacto hasta que se demuestre lo contrario y tendremos la respuesta de por qué mandan en el mundo quienes mandan.
Hay que volar.
La imaginación la primera.
Hay que amar. Pero de verdad. Lo saben hasta los monos. 
Que ya vale de sufrimientos penas y pecados.
Preparados... listos... ¡Ya!



lunes, 30 de julio de 2018

PAZ



PAZ

Y en el remolino 
de tus alas anchas 
se me enredaron 
las trenzas 
y ahí se prendieron: 
en tu sombra de ángel 
sin alas.
Y mis dedos rodearon 
(delicadamente)
tu espectro.
(En el mundo de las sombras 
es molesta la luz).
Ciénagas de pensamientos 
corrosivos e infames 
invaden mi corazón 
que late arrítmico, 
polirrítmico, 
como siempre 
certeramente equivocado. 
Escupo palabras, 
las vomito 
como si la puta vida 
me fuera en ello.
Sólo pienso en el universo, 
la paz eterna 
y cuándo llegará.
Si será rápido 
o habrá comenzado ya.
Me quedaré sola 
como vine, 
como he andado 
casi siempre.
Sé qué quiere decir 
insondable.
Y es... 
donde lo más hondo 
se funde con el cosmos.
Donde es imposible 
sentirse más pequeña 
ni más deshabitada.
Rebelión. Rebelión.
Muchos ya conocemos 
los abismos, 
algunos ya hemos recorrido.
Unos a saltos de rana, 
otros de puntillas 
y otros 
hundidos en el fango 
hasta el borde de la nariz.
Algunos más grandes 
hemos intentado 
rodear 
y hemos resbalado 
y bajado hasta el fondo 
dando tumbos 
de una sola atacada.
Magulladuras. 
Chichones, heridas. 
Cicatrices,
y vuelta a comenzar.
Y en el remolino 
de tu alas 
anchas 
se me enredaron 
las trenzas 
y  quedaron ahí
prendidas, 
dejándome suspendida 
en el aire 
entre despierta 
y dormida.
Como queriendo 
que el tiempo vuelva 
a ser 
el que era antes 
de empezar 
a hacer tic tac.
Entre la primavera 
y el otoño 
respiro 
al ritmo de  los árboles 
y por breves instantes 
encuentro 
la paz.