SOLILOQIOS DE UNA BEASTRUZ PERDIDA EN TERRANOVA

jueves, 30 de agosto de 2018

RAYOS Y ACENTOS


Huele a lluvia y a hierba mojada.
En el cielo relámpagos sin trueno amenizan con su parloteo mudo a las estrellas, que miran expectantes desde más arriba, casi desde la eternidad sin techo.
De fondo voces que no entiendo y el sonido de una sirena que se va diluyendo en el aire a medida que se aleja.
Cierro los ojos, imagino que voy andando descalza y siento cómo la lluvia cala mi cara, el pelo, la ropa que poco a poco se va adhiriendo al cuerpo como si fuera una segunda piel erizada.
No hay rumbo previsto, sólo caminar y dejar que el ambiente impregnado del aroma del agua que purifica entre por la nariz, haga su recorrido y salga suavemente por la boca en forma de sordo suspiro  o de pequeño torrente o de calma o de alma.
El cuerpo que tanto pesaba, ahora se siente ligero.
Los pájaros están mudos en sus jaulas y hace mucho que no veo mariquitas. (Eran rojas con punticos negros y volaban. Todavía las recuerdo.)
Las luces se apagaron, ya no sorprenden y la lluvia pasó a mejor vida, como la magia de este instante que pronto será sólo esencia.
Las estrellas ya no se ven tampoco.
Abro los ojos de nuevo.
Respiro varias veces sin pensar y después pienso:  no puede ser que todo cambie contínuamente y yo todo el rato siga igual.
Mente - contínua...
Me temo que estoy al revés sólo por no poner el acento en la "ú" .



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