SOLILOQIOS DE UNA BEASTRUZ PERDIDA EN TERRANOVA

domingo, 12 de noviembre de 2017

EL ECO DEL CORAZÓN

Hoy recojo el eco del sonido metálico y uniforme de estas escaleras semi automáticas
del sentimiento en las que me encuentro.
No tengo muy claro si subo o si bajo.
Sé que estoy en movimiento.
Como una salamandra al sol, pero con frío nubes y nieblas mentales que se van disipando a medida que avanza el día.
A veces no.
El mundo siempre es el mismo y en cada era tienen cabida todas las demás.
Guerras, poder, religión, competición
y control de masas, para el enriquecimiento irreverente, insólito y surrealista de sólo unos pocos.
Se repite la historia a lo largo de los siglos como un disco antiguo y rayado que suena en un guateque multitudinario en el que nadie se atreve a levantar la aguja y todos bailan eterna y repetitivamente la misma canción.
Me quedo quieta, callada.
Respiro y observo entre realidades y ensoñación.
A veces me gustaría  ser anfibia.
Y hasta pienso en hacerme bífida la lengua.
Pero eso debe doler.
Así que me quedo disfrazada de estatua esperando que esta escalera semi mecánica en la que estoy, decida parar pronto en alguna otra parte.
Cerca del mar a poder ser.
Me gustan las olas.
Son como la percusión constante del corazón de la tierra.

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