De vez en cuando siento cómo varios buitres invisibles vuelan a cierta altura alrededor de mi cabeza.
Me miran como es natural, de arriba abajo, como si yo fuera el mejor manjar.
O sea, que sé (positiva mente) que quieren comerme más que a ninguna otra humana en el mundo.
Es más, también comprendo que no es nada personal. Bueno si, porque
gente soy. Pero no deja de ser algo totalmente circunstancial.
La
cuestión es que me ponen de los nervios, porque no acaban de decidir
cuál será el mejor momento para comerme y la espera se me está haciendo
tediosa.
Jajaja, les he enseñado el corazón con énfasis y se han ido volando como han venido.
Y cuando pongo corazón me refiero al dedo.
A grandes males...
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