Más insondable imposible. Pero claro, para decidirme tenía que valorarlas todas. Al menos las conocidas.
El dios ese de los cristianos cayó el primero de la lista, ya ves. Digo Yahvé. Porque nada más empezar a leer me enteré de que está en todas partes y que puede verlo todo como su propio nombre indica. Bueno este nombre... Porque estos como los reyes: Con tanto nombre no les hace falta ni apellido.
Y no. No me convenció porque un tío que está en todas partes y que lo ve todo es igual que un espía con obesidad mórbida. Y además no soportaría esa sensación de sentirme continuamente observada por alguien invisibe. Así que no. Yahvé tú que mal comienzo.
De ahí me fui a leer sobre Alá a la ladera del monte. Y allí mismo me enteré de que éste tiene mil y pico nombres distintos. Notejode... Si sólo para aprenderlos necesito ya una vida enteraaaaa, pero de qué vaaaaan!!!
El caso que el paraíso de Mahoma me gustó más que el del cielo. No por nada, es que prefiero las palmeras y el oasis más que nubecillas llenas de querubines tocando el arpa. Que por cierto. Que me digan a mí qué santo es el profesor de arpa porque hay cada uno que desafina como si tuviera el oído en la frente.
Bueno tú. Que Alá tampoco, Yahvé qué mala suerte tuvo también. Me acuerdo de él cosa mala.
Y así, de los peces gordos, solo me quedaba Buda. Y mira, ya la pinta esa de relajao me entró por el ojo. Y esa semisonrisa enigmática ya... ni te cuento. Si.
De momento iba ganando por goleada. Y más cuando me entero de que si le crees a él, no sólo no te vas ni al cielo ni al invierno, sino que encima vuelves a nacer y revuelves. Claro que más tarde, cuando me enteré de que puedes ser que te reencarnes en cualquier ser viviente, ya me empecé a enfriar un poco. Pensé que con la suerte que tengo seguro que nacía cucaracha tropical. O a lo peor mosca cojonera o cactus en mitad del desierto de Arizona.
El caso que el chaval ese gordico y relajao con su media sonrisilla enigmática se había quedao conmigo... Así que ni corta ni perezosa (bueno un poco), me dije a mi misma: - somos energía. Y la energía no muere ni desaparece. Sólo se transforma-, y me quedé más ancha que larga. De un deshaogao digno de mención (lo digo sólo por eso).
Luego lo dejé. Lo dejé un rato porque tanta inconcreción y tanto kamasutra ya estaban pasando de castaño a oscuro.
Me levanté sigilosamente sin ninguna razón aparente y fui directa a la estantería como si viviera sin vivir en mi. Y por un misterioso designio que no acabo de entender, cogí un libro de Asterix. Luego me dio por pensar que igual era porque es el único libro que hay en casa. Pero como no me apetecía seguir dilucidando si sí o si no, me puse a leer y eso:
Canasta de tres puntos! Tutatis!
Como ya sabéis es el Dios de unos tíos que vivían por la Galia y a los que les gustaban los alucinógenos más que a un crio un caramelo. Además, al ser un dios minoritario, no tenía mandamientos ni reglas ni nada. Un dios virgen!. Más original imposible.
Y... Pues que me emocioné y todo oye. Yo creo que fue amor a primera vista.
Pero al segundo empecé a notar un ligero desasosiego porque la sonrisilla de Buda se me vino a la cabeza y... qué queréis que os diga, oye... Horroroso. No sabia por cuál decidirme. Así que después meditar toda la noche durante dos minutos decidí ,justo a las tres menos diecisiete hora solar, que iba a inventarme una religión nueva con los dos. Buda y Tutatis. Que por si no os habéis dao cuenta es lo que llevo haciendo todo el rato.
Se me acaba de ocurrir el nombre:
LA GLORIOSA ESTELA DE LOS BUDISTATIS.
Sólo va a tener un par de mandamientos:
-- Todo budistatis que se precie ha de hacer lo que le de la gana con alegría. Y si no es posible por cualquier motivo, ha de hacer sí o sí que lo que le de la gana, coincida con lo que tiene que hacer. Con alegría también. Si no con la misma, con otra. Me da igual.
-- y segundo y último: Como a alguno se le ocurra volver a mearse en la taza le corto la picha. Ya está bien.
Si queréis podéis apuntaros. No es gratis, pero es barato y la letra pequeña casi ni se ve.
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