Y qué decir cuando no hay palabras? O cuando las que hay no sirven?
Intento escuchar el silencio y me veo sumergida en él, advirtiendo los
ecos lejanos de un gramófono antiguo de donde sale la inmensa voz de
Edith Piaf y el rumor de una gramola callejera tocando un chotis. De
pronto veo un colibrí suspendido en el aire. Parece que esté quieto, sin
embargo sus alas ligeras no dejan de moverse en un vaivén sin fin.
Y
así pasan los días, escuchando música entre francesa y castiza,
meditando bajo el murmullo silencioso de las alas de un pequeño colibrí.
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