A veces me pierdo. Y es curioso, porque suelo estar donde siempre y hago más o menos lo mismo de cada día.
Sin embargo tengo la sensación como de que mi vida no es mía. Que es la vida que al destino le ha dao la gana. Con mi inestimable ayuda, claro...
Esas cosas que no se escogen como dónde naces o la familia.
Como pez fuera del agua surcando el aire a contracorriente.
Con la herencia genética a cuestas, como ermitaños errantes por un océano de interrogantes disfrazados de realidad.
Con la voluntad mermada por la codicia.
Con el corazón contrariado por el desamor.
Con el espíritu cercenado por la ignorancia y la incomprensión.
Más vale que tarde o temprano se me pasa y vuelve a parecerme que soy normal. Que me doy cada susto que para qué...
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