Estaba pensando que el cerebro y los intestinos son muy parecidos. Y
como están conectados entre sí, pues tengo como una montaña rusa interna
donde se pasean pensamientos palabras y sentimientos que se desplazan a
toda velocidad por el riego sanguíneo que sube y baja y baja y sube.
Así que cuando arranca para ponerse en marcha, pensamientos, palabras y
sentimientos se suben en ella y dan vueltas hasta que consiguen que el
vértigo me invada.
Yo les digo que monten de uno en uno, pero qué le vamos a hacer... Les gusta viajar juntos.
A veces se suben el miedo, un relato y la ira.
Otras la lista de la compra, un cuento y el
amor verdadero.
Y yo ahí, en la taquilla del corazón. Dándoles pasaporte para que me
recorran por dentro y hagan de mí una albóndiga de emociones que a veces
me marean hasta cerrarme por completo el estómago y dejarme totalmente
muda.
He decidido que a partir de ahora voy a poner aduana y sólo
voy a dejar pasar a los que molan. Así por lo menos, si tengo que
aguantar esos efectos secundarios, que sea por una buena causa.
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