Si yo fuera presidenta seguramente acabaría dimitiendo más pronto que
tarde una vez que tuviera asegurado mi sueldo vitalicio y un puestecillo
de consejera en cualquier multinacional de moda.
Pero antes, pondría un alcalde en cada barrio elegido por sus vecinos en asamblea.
Como no se exige la carrera de ciencias políticas para ser político sería algo del todo viable.
Más vale que para ejercer las demás profesiones son requeridos los
estudios correspondientes... No me quiero imaginar que a un médico no se
le pidiera la carrera de medicina o a un callista su título pertinente.
Pero bueno, al fin y al cabo dirigir un país no debe ser algo tan
complicado como para que la cosa exija estudiar una carrera específica.
Expropiaría las instalaciones del congreso, el senado y todas donde se
reúnen para debatir nuestro futuro y a cambio los invitaría amablemente a
que se reunieran en la plaza más céntrica a la vista y oído de todos y
donde figurara una lista del tamaño adecuado con todos sus nombres y
sueldos y dietas y comisiones.
Como para esas alturas ya tendría
unas cuantas mociones de censura a mis espaldas, intentaría ir viendo de
dónde sisar algo de pasta para colocarla mediante alguna sociedad
fantasma en un paraíso fiscal.
Hecho esto , y antes de presentar mi
dimisión cogería la noche anterior y con todos los grafiteros
disponibles pintaría todas las aceras de la cuidad de colores, llenaría
todos los muros de poesías, y haría desaparecer totalmente el gris.
Después me iría para siempre en un globo aerostático. Y ya vería de reaparecer o no unos años más tarde. Depende.
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