SOLILOQIOS DE UNA BEASTRUZ PERDIDA EN TERRANOVA

lunes, 6 de marzo de 2017

DESAPARECIDOS

Bajo el suelo verde y frondoso
de su tierra,
abonan los muertos la cosecha.
Hijos de la ira, hijos del narco,
hijos de la necesidad, de la avaricia,
de la ignorancia, del ojo por ojo
y de la impotencia que nunca termina.
.
Clanes o maras, hermanos en desengaño
desarraigo y desesperanza,
familias que lloran a sus hijos desaparecidos,
y fuerzas del orden, a menudo corruptas,
y sin medios para parar esos torrentes
de lágrimas sin destino y sin sentido.
.
Creando ríos de dolor allá por donde pasan.
Y es que si no hay muerto, no hay delito.
Droga, puta droga.
¿A quién conviene que la juventud muera?
Sólo a quien quiera secuestrar
el futuro de un pueblo.
.
Es difícil que nazca una sonrisa
en un universo tan desolador,
y es imposible que hasta que cada
desaparecido aparezca,
acaben el duelo y los porqués.
.
¿Hasta cuándo? Hasta que el arte,
en cualquiera de sus expresiones,
se convierta en la pista donde medirse,
hasta que las pistolas se conviertan
en brochas o en violines, en sonidos
de tambor o en danza o teatro.
.
La esperanza está escondida, pero está,
la fe está temblando, pero está también,
es necesario empezar a mover montañas.
Y que las entrañas puedan remover
la tierra, y devolver cada hijo a su madre,
para poder volver a encontrar la paz.
.
Ojalá no fuera un sueño, ojalá la Madre Tierra
los escupiera a todos, sabríamos entonces,
que el dolor no entiende
de guerras, ni de bandos,
y que la paz es el único camino.
.
Y sin arrepentimiento no hay paz,
y sin paz ya está armada otra vez
la guerra. Putas guerras.
Poder, corrupción: explotadores del alma...
Invasores de la identidad,
¡Infiernos en vida!...

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