Oigo pajaricos cuchicheando al sol. 
Veo baldosas de madera que me parecen 
alfombras mágicas
y una cacatúa que sólo dice palabrotas.
A lo lejos unas palmeras
dicen adiós,
como si me conocieran
de algo...
Y más allá todavía, donde el cielo pierde su nombre,
un unicornio alado
me hace burla.
Perder la vida...
pensando sin hacer o haciendo sin pensar.
Ya no quedan ni príncipes, ni ranas.
Pero sí muchas princesas modernas y despistadas.
En vez de hacerme vieja,
me hago niña.
Invento pociones con palabras, calor,
agua, barro y aliento.
Y me divierto imaginando utopías que se hacen realidad:
Un delfín me arrastra entre las nubes y me ama,
 aunque animal marino sea.
Y un huracán me envuelve
y me deposita,
suavemente mareada,
en cualquier otro sitio.
Me gusta el sol.